martes, 5 de junio de 2012

La Península se queda aislada

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   Según el diccionario, una isla es una porción de tierra rodeada de agua por todas partes. Una de las islas del archipiélago de las Islas Canarias es la Isla de Gran Canaria, que es donde se desarrolla esta historia. 

          I


    El día primero del mes, el centro comercial estaba lleno de personas que hacían la compra grande, ahora que tenían dinero fresco.
    El carro de la compra que llevaban doña María del Pino y su marido, don Sebastián, estaba repleto. Después de recorrer todo el hipermercado ya tenían todo lo que habían venido a buscar. La compra del mes superaba los trescientos euros con creces. Empezaron a descargar el carro en la cinta de la caja. El teléfono móvil de doña María del Pino empezó a sonar:
    - La nena. A ver qué le pasa.- comentaba mientras se acercaba el aparato a la oreja.- Dime, dime. No te oigo bien.... ¿Qué te pasa?... ¿Qué?... Repítelo... ¿Qué?..- se apartó el teléfono.
    - ¿Qué le pasa a la nena, niña?- preguntó don Sebastián a su esposa colocando el pan de molde en la cinta.
    - No lo sé, niño. No se escuchaba bien, dice que le había pasado algo.- dijo doña María del Pino preocupada.
    - Llámala. A ver qué le pasa y así no te preocupas.- le aconsejó su marido
    Doña María del Pino buscó el número y llamó.
    - No suena. No da línea.
    Colgó y lo intentó otra vez.
    - Nada.
    - A ver.- dijo Don Sebastián cogiéndole el móvil.- Se ha perdido la cobertura.- Bueno. No te preocupes mucho, que ya estamos terminando y nos vamos a casa.
    Pero la preocupación seguía alojada en la cara de la esposa.
    La pareja que estaba esperando detrás con su propio carro no paraban de discutir. Él, Adelfo, era argentino y se había instalado hacía años en Gran Canaria después de su mala fortuna en Buenos Aires. Acá había conocido a su pareja, Lourdes, que profesora de un colegio cercano pero que tenía una obsesión con su cuerpo.
    - No, vos no querés estar tan flaca. Yo no quiero. Tenéis que pensarlo. Todo eso que llevas es muy caro...- le decía criticando los productos dietéticos que había cogido Lourdes.
     -Yo sé muy bien lo que necesito. No necesito un policía de mi compra.....- Y seguían discutiendo
    Don Sebastián y Doña María del Pino terminaron de vaciar el carro y la cajera pasó todos los productos por el lector.
     -Trescientos cincuenta y dos euros con cuarenta y tres céntimos.- anunció mecánicamente la cajera.
     -Un momento, por favor.- contestó don Sebastián mientras sacaba su cartera. - Tenga mi tarjeta.- le dijo entregando su tarjeta de débito.
    La cajera pasó la tarjeta por el datáfono y el aparato le respondió que había problemas con la misma.
    - Me sale denegada.- dijo la cajera devolviendo la tarjeta a su dueño con cara de aburrimiento.
     -¡¿Cómo?!, si he cobrado esta mañana.- contestó don Sebastián alterado.
     -Dale la otra tarjeta, niño, la de crédito. Que seguro que con esa no hay problema.
     -Es que no quiero tocar mucho esta tarjeta. Ya sabes que después nos cobran intereses - decía mientras la sacaba de la cartera y se la entregaba a la cajera.
     -También me sale denegada.- le contestó la cajera después de pasarla para cobrar.
     -Pues eso sí que no puede ser. Eso tiene que ser del aparato.
     -Voy a probar otra vez.- contestó la cajera.
    La otra pareja, que habían dejado de discutir, estaban pendientes de lo que pasaba con las tarjetas.
     -Nada, que sigue dando denegada. Voy a consultar con mi supervisora.- dijo cogiendo el teléfono que tenía junto a la caja.
     -Eso es el corralito otra vez.- anunció el argentino.- ya ha llegado aquí. Ya te lo decía yo. Que no podemos fiarnos tampoco de los bancos.- le decía a su pareja.
     -No diga eso, señor.- contesto Don Sebastián.- que sólo será un problema del aparato.
     -Niño. No consigo hablar con la niña.- le dijo doña María del Pino a su marido con el móvil en la oreja.
    - Seguro que ya han puesto el corralito otra vez. Tanto dinero que falta. En las noticias todos los días comentan algún agujero nuevo en un banco. Seguro que es eso.- decía el argentino claramente alterado.
    La cajera empezaba a notar nerviosismo por lo que estaba pasando. Tenía una cuenta sin cobrar de más de trescientos euros, tres personas en la caja alteradas y el teléfono no funcionaba. Vio a la supervisora y le hizo señales con las manos. Ésta se acercó a la caja.
     -¿Cuál es el problema?
     -No lee las tarjetas del caballero.
     -Ya. hay un problema con las líneas de teléfono. No podemos contactar con el exterior y no puede hacer la transferencia.- entonces se dirigió a los clientes que estaban allí.- Lo siento mucho caballeros, pero ahora tenemos un problema que nuestros técnicos están solucionando. Dentro de unos momentos podremos hacer uso de las tarjetas. Si fueran tan amables de esperar. Gracias.
    La supervisora se acercó a otra caja que tenía el mismo problema.
    - Lo que está pasando...- seguía diciendo Adelfo.- … es que los bancos no sueltan el dinero. Voy a llamar a mi hermano para que se prepare, que estamos otra vez igual.
    Sacó su teléfono móvil, o celular, y dijo:
    - Che, estoy sin cobertura.
    - Yo también.- le contestó doña María del Pino.
    - Y yo.- dijo Lourdes.
    El centro comercial donde estaba el hipermercado también se había quedado sin cobertura de la red de móviles, además de los problemas de la red telefónica. Las personas comprobaban sus teléfonos. No funcionaban.
    - Manolito. Prueba con lo de los mensajitos esos que usas con tus amigos.- decía un padre a su hijo.
     -No funciona Papá. No tiene red. No conecta.
    Los encargados de las tiendas del centro comercial no sabían qué hacer. Nadie podía pagar, excepto los que lo hacían en efectivo. El responsable de ese día del hipermercado veía como los clientes dejaban sus compras en las cajas y se iban enojados. Algunos pidieron el libro de reclamaciones, aunque se calmaron cuando les explicaron que no podían hacer nada en ese momento.
    “Esto es un desastre” pensaba el responsable del hipermercado, intentando llamar a la central para que le ayudase o le diera alguna idea de que hacer. Tampoco conseguía contactar con la empresa telefónica que le suministraba el servicio.
     -Tranquilizad a los clientes.- ordenaba a los supervisores. Pero era algo muy complicado. Las cajeras sólo estaban atendiendo a los que traían efectivo. Los demás salían indignados.




II


    Lorena llegaba tarde a trabajar. Circulaba por la autopista en dirección a la capital a más velocidad de lo que permitían las señales de tráfico. Con la mano izquierda sujetaba el volante, y con la derecha tecleaba mensajes en el teléfono móvil. Tenía uno de estos aparatos de última generación que permitían usar navegar por internet, de localizador de posición (GPS), era un ordenador en miniatura que hasta le permitía hacer llamadas por teléfono.
    Estaba más pendiente del teléfono que de la carretera. Había mandado mensajes avisando a su empresa de la tardanza de su llegada. El coche que tenía delante frenó. Ella lo vio a tiempo y también frenó, pero en el frenazo el móvil se le escapó de las manos.
    -¡Mierda!- se quejó. Estaba nerviosa porque llevaba varios días llegando tarde y su jefe le había llamado la atención. Tenía que pagar la hipoteca y no quería perder el trabajo. Estiró el brazo sin perder de vista la carretera para coger el móvil, pero se había metido debajo del asiento del copiloto. Desaceleró el vehículo un poco y se arriesgó a dejar de mirar un momento y así poder coger el teléfono. Lo cogió y al incorporarse su vehículo se había salido del carril y se había metido en un carril de incorporación a la carretera. No pudo evitar embestir al vehículo que estaba ahí. Le hundió con el morro de su vehículo la puerta del conductor y lanzó el coche al quitamiedos.
    Tres vehículos que estaban circulando se pararon al ver lo que ocurría a auxiliar. En uno de ellos estaba José Luis, guardia civil originario de Huesca pero que había pedido destino en Gran Canaria.
    José Luis se puso el chaleco reflectante y salió del coche. Comenzó a dirigir el tráfico. Lo primero que debía hacer era proteger y el primer problema venía de los demás vehículos que estaban circulando. Intentó usar su móvil para avisar e emergencias, pero no funcionaba la red.
    Naira, enfermera del Hospital Insular de Las Palmas de Gran Canaria, paró su coche detrás del Guardia Civil. Se puso su chaleco reflectante. Se bajó del vehículo y marcó el número de emergencias mientras se dirigía al lugar donde estaban los coches accidentados. No tenía cobertura y el servicio no funcionaba. Sabía que debía avisar antes que empezar a socorrer, así que se lo dijo a José Luis:
    - ¡No puedo llamar al 112!¡inténtelo usted! Voy a ver si hay heridos!
    - ¡Yo tampoco puedo llamar!- contestó el guardia civil mientras Nayra se dirigía a los coches accidentados.
    “No puedo contactar con nadie con el maldito aparato éste. Tenemos que avisar a alguien” pensaba José Luis.
    En el otro vehículo que se paró con ellos conducía Echedey, mecánico de profesión. Se bajo con su chaleco reflectante puesto y se dirigió adonde estaba Naira examinando los accidentados.
    En el coche que se había empotrado en el quitamiedos estaba atrapado el conductor y no se podía mover.
    - ¿Cómo está? - le preguntó a Naira cuando llegó al coche.
    - Creo que ha fallecido, no encuentro señas vitales. No tiene pulso y no respira. Voy a ver el otro coche. Intente llamar a emergencias, necesitamos una ambulancia por lo menos y que vengan los bomberos para poder acceder a este coche.
    Naira fue a examinar el otro vehículo. Echedey fue hacia donde estaba José Luis:
    - ¡Dice que necesitamos una ambulancia y a los bomberos!¡Mi móvil no tiene cobertura!
    - ¡El mío tampoco! - contestó. En ese momento vio a un motorista que se acercaba y le llamó la atención para que se dirigiera hacia donde estaba él.
    - ¡Oiga! ¡Pare!.
    El motorista se paró delante de él. Era Antonio, soldado de aviación que tenía que entrar a trabajar en el turno de noche y se dirigía a su unidad.
    - Veo que usted es militar.- comentó al ver su uniforme.- Soy guardia civil.- dijo enseñando su identificación.- Y necesitamos su colaboración.
    - Tengo en entrar ahora de servicio.
    - Olvídese de eso. Ha habido un accidente y no podemos contactar con los servicios de emergencia. Tiene que haber un problema con la señal. Usted con su moto puede retroceder y acercarse al Hospital para que envíen una ambulancia. Dijo en tono autoritario.
    - ¡También necesitamos a los bomberos! ¡Hay alguien atrapado y no podremos sacarlo del coche! -gritó Echedey.
    - Cuando termine en el hospital, vaya al cuartel de bomberos a avisar. Si ves algún motorista de la guardia civil. Páralo y me lo envías. ¿Lo ha entendido?
    - Sí, pero yo también tengo un móvil.- dijo sacándolo de su bolsillo.- también está sin cobertura. De acuerdo voy al hospital y después a por lo bomberos.
    Echedey volvió con Naira a ver que podían hacer y el motorista salió a toda velocidad a buscar la ambulancia.



III


    En su casa, Casimiro, técnico que llevaba más de cuarenta años trabajando para una empresa de telecomunicaciones, está viendo la televisión. Tenía contratado un servicio de televisión que le llega por cable, suministrado por su empresa. Tenía el día libre y quería ver el partido de fútbol que emitían por el cable esa misma tarde.
    La imagen dejó de verse. Se levantó a comprobar que pasaba y descubrió que el aparato que recibía la señal y la transformaba para verla en la televisión, no estaba funcionando. No recibía señal. Hizo un par de pruebas y continuó el aparato en la misma situación.
    Agarró el auricular del teléfono de su casa y comenzó a marcar el número del servicio técnico. Se paró. No tenía señal. Examinó el cable, por si se había salido algún cable y no encontró ningún defecto.
    Cogió su teléfono móvil e intento llamar a su empresa, que era la que le deba el servicio de telefonía. Pero tampoco tenía cobertura.
    “Me voy a quedar sin ver el partido” pensó. Pulsó un botón en el mando a distancia de la televisión para poder acceder a los servicios de TDT. Estos funcionaban bien. “Me acercaré a ver que tal le va a Francisco en su servicio de guardia y le echo una mano, con un poco de suerte estaré de vuelta para ver el partido o si no, lo veo con él en la oficina”. Agarró su chaqueta y fue a coger su moto para acercarse a la oficina.




IV


    Detrás de don Sebastián y de doña María del Pino se estaba formando una cola de carros para pasar por la caja.
     -¡Papá! Deja todo eso ahí y vámonos a casa, que no sé qué le pasa a la niña.- dijo Doña María del Pino a su marido.
    - Pero.. Bueno. Lo siento señorita, pero tenemos que irnos y no podemos esperar.
    Dejaron la compra y el carro en la caja del hipermercado y se dirigieron al parking a recoger su coche.
- ¡Date prisa, niño!- le apremiaba la esposa.
    Una vez en el coche cuando llegó a la salida del centro comercial se estaba formando un atasco. Los claxon empezaron a sonar. El caos aumentó.
     -¿Pero qué pasa ahí?- preguntaba doña María del Pino a su marido con el teléfono en la mano. Estaban los dos en el coche totalmente parados en el atasco. Don Sebastián se bajó del coche. Caminó un poco oteando a ver si conseguía ver qué pasaba. Cuando volvió le dijo a su esposa:
    - Parece que hay un accidente en la autopista.- hizo una pausa. Tragó saliva ya que lo que iba a contarle a su esposa no le iba a gustar.- El atasco llega hasta aquí. Pero no he visto ambulancias ni a la guardia civil. Están todos los coches parados. Vamos a tener que esperar un buen rato.
    La angustia subía por momentos en la cara de María del Pino. Los temores creían en su mente. Necesitaba escuchar la voz de su niña para tranquilizarse.




V


    En la ciudad tampoco funcionaban las líneas de teléfono. Las torres de repetición de señales para los móviles habían dejado de funcionar en la isla. Todas las conexiones que dependían de los servicios telefónicos no funcionaban. No llegaba ningún aviso a los servicios de emergencia, ni a los bomberos, ni al 112.. no sabían nada de lo que pasaba. Las cámaras de vigilancia de la cuidad que estaban conectadas a la comisaría, funcionaban con el sistema telefónico y había dejado de transmitir.
    El caos estaba creciendo. El responsable de seguridad ciudadana, que estaba en su despacho no se había enterado de nada hasta que llegó el jefe de protección civil de la cuidad a informarle.
    - ¡Señor, tenemos una emergencia! Todas las conexiones telefónica no funcionan. Los servicios de internet, los móviles, los teléfonos, las cámaras web...
    - Pero, ¿qué ha pasado?.- preguntó sorprendido.
   - Lo estamos investigando. Mientras he alertado a todo el personal de protección civil para que, a través de su emisora de radio se coordine con la policía local, la policía nacional, bomberos, la guardia civil de la ciudad, el 112...
    - ¿Se ha avisado al comisario jefe y al jefe de la guardia civil?
    - Aún no. Estamos en ello.
    - ¿Habrá problemas en el puerto? ¿o en el aeropuerto?
    - No creo. Ellos trabajan con frecuencias de radio, no con telefonía.
    - Tendríamos que avisar para … ¿El problema es aquí en la ciudad solamente o es mayor?
    - Aún no lo sabemos. Estamos buscando a todo el personal de protección civil casa por casa. Se ha ido a alertar a todos los voluntarios, pero tienen que ir a buscarlos a sus hogares. Vamos a necesitar toda su ayuda.
    - ¿Tan grave puede ser el problema?
    - Sí, sobre todo en el ámbito de los servicios sanitarios y sobre todo de los bomberos. La gente no puede avisarnos si hay una emergencia, un accidente, un incendio o algo similar. Si necesitan una ambulancia o a la policía o a los bomberos. Queremos tener patrullas de voluntarios para avisar con la radio al servicio de emergencia.
    - Correcto. Pero..un momento, ¿no hay una asociación de radio aficionados aquí en Gran Canaria? Hay que ponerse en contacto con ellos. Nos pueden informar de la situación desde dónde estén. Tenemos que comprobar hasta dónde llega el problema. Y hay que ponerse en contacto con las compañías telefónicas para ver que están haciendo….
    El responsable de seguridad ciudadana y el jefe de protección civil continuaron encontrando ideas para amortiguar el problema, mientras se dirigían a la sede de emergencias de la capital de la isla.
   

VI


    Casimiro encontró a Francisco agobiado en la oficina. Francisco había empezado a trabajar en la compañía hacía cinco años. Ingeniero de telecomunicaciones, aún no había conseguido un puesto mejor.
    - Hola Francisco, ¿Qué está ocurriendo?
    - Casimiro. Gracias a Dios que estás aquí. No sé que le ha pasado al sistema. No funciona nada. No sé qué hacer. Además no puedo avisar a nadie. Parece que se han desconectado todas las torres a la vez. Como si hubiera un virus o algo así.
    - De acuerdo. ¿Qué dice el protocolo de actuación?
    - El protocolo no dice nada de algo múltiple como esto. No sé por dónde empezar. Además he comprobado con el otro móvil que tengo, que es de otra compañía y tampoco tiene red.
    - ¿No has podido contactar con la central de Madrid de ninguna manera?
    - No. Todos los sistemas están bloqueados.
    Casimiro echó un vistazo alrededor suya todos los aparatos que estaban allí. Parecía que estuviesen en una fotografía ya que nada cambiaba en las pantallas. Toda esa tecnología estaba bloqueada. - ¿Has usado el teléfono antiguo?
    - ¿Qué teléfono antiguo?
    - El del cable que atraviesa el océano desde Arinaga.
    - No sé que cable me estás hablando. - contestó confundido Francisco.
    - A ver. Antes de que se montara todo este sistema, hubo un pasado en la telefonía...- empezó a explicar mientras buscaba algo en los armarios.- Creo que tenemos por aquí algunos terminales de teléfonos antiguos, dDe los de pulsos. ¿me has dicho que es un virus, no?
    - Sí. Todo parece indicar que ha sido un virus. Ha bloqueado todos los sistemas.
    - Todos no. No se pueden bloquear los sistemas a los que no se puede acceder.
    - Explícate.
    - Verás.- encontró un teléfono antiguo, de los que no tenía números para marcar, de esos que sólo servían para recibir llamadas.- Este servirá.
    Lo conectó a una roseta llena de polvo que estaba en un rincón de la sala. Descolgó el auricular y se lo acercó a la oreja.
    - Aquí hay línea. No se usa desde hace veinte años. - y comenzó a pulsar el botón que corta la línea y con el que se cuelga el auricular. Tap, tap, tap, tap . Pausa. Tap, tap, tap, tap. Pausa. Tap. Pausa. Tap. - La central de Madrid era el cuatro, cuatro uno, uno, ¿no?.- Y esperó que contestaran.
    - ¿Hola? Ah. Oye, soy Casimiro, desde Gran Canaria. ¿Qué? … sí, eso es. No funciona nada. Estoy usando la línea antigua.... vale. Te paso a Francisco que domina mejor esos temas. - apartó la oreja del auricular.- Francisco, ponte y le explicas lo que pasa.
    Después de una larga conversación Francisco le contó a Casimiro lo que había pasado y como lo iban a arreglar. El problema había alcanzado a todas las redes telefónicas y los servicios de internet de la isla, y no se había extendido porque desde Madrid había actuado un programa que cortó todas las comunicaciones. Para arreglarlo iba a conectar un ordenador portátil que tenían allí, que apenas se usaba, para descargar un programa que reiniciaba totalmente el sistema informático y anulaba el efecto del virus, incluso se extendía por la red y con suerte actuaba en las otras compañías.
    - ¿Has hecho esto antes? - preguntó Casimiro.   
    - No, es la primera vez que lo hago en un sistema tan grande. Y no tengo ni idea de cómo va a resultar. Creo que el sistema empezará a funcionar dentro de unas cuatro horas. Tiene que chequear todo.
- De acuerdo.- contestó Casimiro sentándose a esperar.- Cuando empiece a funcionar y tengamos línea, avisa al jefe, a lo mejor hay que chequear torre por torre.



VII


    En el servicio de emergencias coordinaron a todos los radioaficionados de la isla. A través de ellos pudieron dar respuesta a dos incendios que se habían declarado, uno en Arucas y otro en los pinares de Tamadaba. También coordinaron la respuesta de los hospitales y de los centros de salud de la isla. Patrullas de voluntarios de protección civil vigilaban las calles por si se necesitaba avisar a emergencias.
    Pero la ansiedad que se había generado en los usuarios de los servicios telefónicos no se resolvía. A muchos, la preocupación por no tener cobertura hacía que no estuviesen concentrados. Estaban más pendientes del móvil que de lo que tenían entre manos. Acaecieron más de treinta y cinco accidentes de tráfico durante esas horas, solamente en las autovías de la isla. Hasta mucho más tarde no consiguieron información sobre las carreteras secundarias. También los centros de salud estuvieron desbordados por la cantidad de accidentes domésticos. Siempre era el mismo problema, un despiste provocado por la preocupación por no tener cobertura o servicio telefónico. No poder contactar con los seres queridos, la novia o el novio, los hijos, el jefe, los amigos,.... Incluso llegaron denuncia de peleas por el incremento en la agresividad de muchos jóvenes.
   

VIII


    La pareja de motoristas de la guardia civil no tardó en aparecer. Cuando estaban patrullando vieron el atasco en el sentido contrario e investigaron el origen del problema. Uno de ellos se dirigió a José Luis, que seguía dirigiendo el tráfico.
    - Ya continúo yo con el tráfico. Vaya donde mi compañero.
    - Gracias a Dios que habéis llegado.- contestó mientras caminaba hacia el otro motorista.
    José Luis reconoció a su compañero Víctor y le explicó todo lo que ocurría mientras llamaba por la emisora y conseguía contactar con los servicios emergencias.
    - Nos paró un soldado que venía en moto y nos informó del accidente. Hay un problema en toda la isla con la red de teléfonos.- Le informó a José Luis el Guardia Civil de tráfico que había tomado las riendas de la situación.
    La ambulancia y los bomberos no tardaron en llegar y pudieron sacar el cuerpo del conductor. Comprobaron que no podía hacer nada por él.
     Lorena tuvo mucha más suerte, ya que con los cuidados de Nayra pudo sobrevivir hasta que llegó la ambulancia. Se la llevaron rápidamente al hospital.
    Nayra, Echedey, José Luis y los otros conductores que estuvieron ayudando pudieron relajarse cuando vieron que todo ya estaba en manos de los servicios de emergencia.
    - Mira, ya tengo una raya de cobertura.- comentó Nayra.
    - A buenas horas mangas verdes. – respondió José Luis
   

EPÍLOGO


    Mucho más tarde, cuando todo ya funcionaba bien, en un bar de una localidad costera don Sebastián y doña María del Pino estaban acompañados de la nena, que se había cortado con un cuchillo cuando se preparaba la merienda, y ella sola se había puesto una tirita. La televisión del local estaba emitiendo las noticias en ese momento:
    -”Esta tarde, durante diez horas la Isla de Gran Canaria se ha quedado aislada por una gran avería en el sistema telefónico”...
    Pero un lugareño comentó sarcásticamente:
    - Lo que se ha quedado aislado ha sido la península, jajaja.....
    Y después del mal trago, todos los presentes le rieron la gracia.



FIN



Fernando Santana de la Oliva

junio de 2012


1 comentario:

  1. hola soy Clavero...jajajaaa anónimo, un abrazo me ha gustado mucho el relato cada día lo haces mejor me alegro de saludarte

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