miércoles, 7 de noviembre de 2012

Estoy muy asustado

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Estoy muy asustado.
Tengo miedo… Tengo miedo de entrar en mi casa.
Hay un monstruo en mi casa. Un monstruo que he creado yo.
Allí hay una cucaracha. Sí, no penséis que estoy loco. Allí hay una cucaracha que me da mucho miedo. Creeréis que tengo que tener un problema si tengo miedo a entrar en mi casa por una cucaracha. Pues tenéis razón. Tengo un problema. Mi problema es esa cucaracha.
Pero primero, os tengo que contar de que manera he llegado a esta situación para que lo entendáis.
Todo empezó un lunes cuando volvía de trabajar y encontré en casa una cucaracha, una “hermosa” cucaracha. Levanté el zapato para aplastarla, pero recordé en ese momento una película. Una película para niños, en  la que un robot adoptaba y cuidaba a una cucaracha como mascota. Y me apareció divertida la idea, la idea de tener una mascota especial. Yo no quería tener un gato o un perro, ni aunque fuera de esos raros como un “yorkshire terrier”, o un “cocker spaniel inglés” ni ningún perro de esos de “marca”; ni si quiera algo exótico como una serpiente ni nada por el estilo. Una cucaracha, eso sí que es original. Además como vivía solo sin nadie a quien dar explicaciones. Decidí adoptarla como mascota
Pues eso, como decía, aparté el zapato y le tendí la mano izquierda en el suelo, y ella se subió a la palma. Subió por mi brazo haciéndome cosquillitas hasta el hombro. Allí paró para mirar alrededor, y después se encaramó encima de mi cabeza. Después la bajó por el otro brazo y la dejé en la encimera de la cocina con la mano derecha. Hice una casita para ella con una caja de zapatos donde guardaba unas zapatillas de deporte viejas que ya no usaba. Era encantadora.
La relación entre nosotros pasó de “dueño” y “mascota” a algo más serio. Sí. Empezamos a tomar cervezas juntos. Yo en una jara, la cucaracha en un dedal. Y como bebía. En el tiempo que yo tardaba en tomarme una jarra ella se había tomado veinticinco dedales, y no sé si lo habéis intentado, pero beber cerveza con un dedal… emborracha. Y las cucarachas tienen mucho aguante. También charlábamos mientras bebíamos y veíamos la tele. Bueno. No lo he dicho aún pero sí, hablaba. Hablaba mucho, sobre todo cuando bebía. A veces iba a la ventana y empezaba a gritar “¡Eh! ¡Tú! ¡Pajarraco!, ¡Ven si tienes lo que tienes que tener!”, entonces llegaba un golpe de viento y se caía por la ventana, pero volvía a subir por la fachada sin problemas. No se rompía. Es lo que tiene ser una cucaracha. Y también cantaba, vaya si cantaba. “la cucaraaaacha, la cucaraaaacha, ya no puede caminarr....” claro que no puede caminar, si no para de beber. Si con dos dedales bebía más líquido que su propio volumen, con veinticinco….y no iba al baño.
También salíamos por las calles de fiesta. En la discoteca también la liaba gorda.  Mientras estaba sentado en un taburete junto a una mesita, encima de la mesita se ponía a bailar. Lo hacía muy bien con la Macarena y el Aserejé. Pero cuando aparecía otra cucaracha cerca se envalentonaba y se ponía a provocarla en plan poligoreno. Buscando pelea. Tuvimos que ir dos veces al veterinario de guardia.


Aunque le gustaba beber también tenía otras virtudes. Una mañana me desconcertó mientras se aseaba. Ya sabéis, lavándose las antenas con ayuda de las patitas. La oigo recitar “Vivo sin vivir en mi, y en tal alta vida espero, que muero por que no muero”. Eso fue bastante sorprendente.
Así iba nuestra vida hasta que una mañana de domingo, llamaron a mi puerta. Abrí y allí había un señor vestido de uniforme de Coronel del Ejército Americano y empezó a hablarme en inglés, en inglés americano: “Hey, what’re u doing here? Get out!” a lo cual yo le contesté con un comentario que le hacían entender mi cualificación en la comprensión del idioma británico. Fue algo así como “¿mande?.. Mi mascota apareció en ese preciso momento. La vio el coronel. Puso cara de asco y fue a pisarla. Yo grité ¡Noo! Pero fue tarde. En un santiamén, la cucaracha se había zampado a ese señor de un bocado. Fue algo increíble, en un momento estaba el coronel y después, sólo la cucaracha.
Entonces subió al rellano de la escalera un vecino del edificio y me preguntó si había pasado un  Coronel del Ejército Americano, me explicó que era su padre. Le miré, miré a  la cucaracha y le dije “Se lo acababa de comer la cucaracha.” No me creyó. La verdad, yo tampoco me lo habría creído. Me miró como si yo estuviera loco y siguió subiendo sin perderme de vista.
La cucaracha se llevó una semana sin comer, pero sí que dejó muchos desperdicios por la casa. No lo he dicho todavía, pero la cucaracha tiene nombre. Nombre y apellido. Don Diógenes Curiana. Y sí, sí hace honor a su nombre. Tengo toda la casa llena de basura, de cosas que recoge por ahí.
Debido a que la caja con la que le había hecho su habitáculo la utilizaba para guardar unas zapatillas de deporte viejas que ya no usaba, estaba impregnada de olor. Un olor que le encantaba.
Empezaron a aparecer en casa zapatillas de deporte rotas que habían sido tiradas en la basura. Las había traído la cucaracha. El olor le gustaba mucho y empezó a coleccionarlas. Las tenía de todo tipo: grandes, chicas, de baloncesto, de running, de tracking, de tennis, de ballet, hasta tenía unas zapatillas de las que usan los ciclistas pero , para una bicicleta estática. Aquello parecía como si un tráiler del Decathlon hubiese caído al mar, lo hubiesen rescatado y hubieran traído a mi casa todo lo que no pudiesen aprovechar.
Al día siguiente de la “desaparición” del coronel del ejército americano, llamaron a la puerta de casa dos policías uniformados. Me preguntaron por la desaparición del Coronel. Yo les respondí la verdad. Que se lo había comido una cucaracha. Después me preguntaron si les estaba vacilando. Les dije que no. Después me preguntaron si estaba viendo regularmente a algún psiquiatra. Les dije que estaba pensando en hacerlo. Después preguntaron si podían entrar a echar un vistazo en mi casa. Les dije que podían pasar. Una vez dentro, al ver la cantidad de zapatillas rotas y viejas que tenía me preguntaron si tenía el síndrome de Diógenes. Les contesté que yo no, pero que Diógenes seguramente sí. Después me volvieron a preguntar si les estaba vacilando otra vez. Les volví a decir que no. Pero como tenía puesta la cara de “estoy diciendo la verdad” preguntaron “¿Quién es Diógenes? Y no me vayas a decir que era un filósofo griego”.
- No.- contesté- es la cucaracha, que ha salido. Probablemente a por más zapatillas.
Ahí fue cuando se hincharon las narices. No aguantaron más impertinencias. y se fueron. Me dijeron que volverían, a lo cual yo respondí con un respetuoso silencio. Juzgarían que estaba loco de remate, probablemente acertaron en su juicio, y me dejaron solo en casa. Bueno, solo y con las zapatillas.
Cuando dije antes que me daba miedo, me refería a que no me atrevo a llevarle la contraria. No vaya a ser que me devore a mí. Ya me ha amenazado. Desde que descubrió la ginebra ha ido el problema “in crescendo”. Whisky, ron, Bourbon, vodka, tequila, absenta… Después probó el hachís , la cocaína, el caballo, el Speed…  Ha llegado a probar el LSD, se pintaba el culo con un rotulador fluosforescente y decía “Soy una luciérnaga, sooy una luciérnaga” . Podría aprovecharme de su estado y aplastarla con el zapato, pero con las cosas que toma no sé si me va a confundir con algo comestible, o peor aún, con una zapatilla de deporte.
Estoy muy angustiado. No sé que puedo hacer y ahora tengo mucho miedo a volver a casa, porque me ha dicho algo que puede ser aún mucho más horrible.
¡Quiere tener familia!
Así que ya veis. Estoy asustado por culpa de una cucaracha borracha, drogadicta, fiestera, que colecciona zapatillas de deporte y que se ha comido un coronel del Ejército Americano.
Ahora voy a ir a casa a ver que nueva sorpresa me ha dejado en casa. Probablemente sean unas zapatillas.

FIN

Fernando Santana de la Oliva
septiembre de 2012.

sábado, 15 de septiembre de 2012

El Reverso del Universo (Capítulo 10)

(dedicado a Douglas Adams)
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En el planeta TrikiTrí la evolución hizo uno de sus más extraños experimentos. El intercambio de material genético no se produce entre dos individuos de la misma especie, sino entre tres. Por eso allí no existen las tradicionales relaciones de pareja ni los tradicionales problemas que conllevan las relaciones de pareja. Al ser la relación de tres indivíduos está es mucho más democrática. Por ejemplo: si dos quieren ver un partido de fútbol en la televisión y uno no quiere, se ve el partido; o si quieren hacer el amor y a uno le duele la cabeza, pues no pasa nada, que se tome una aspirina mientras los otros dos se divierten; que después de hacer el amor uno tiene sueño, pues que los otros dos se queden charlando, etc.
Desde que se extendieron por el universo las prácticas de esta especie, el planeta sufre un boicot por ciertas sectas y asociaciones que defienden a ultranza los valores tradiciones. En concreto la asociación C.D.B. (Con Dos Basta) está intentando desarrollar un compuesto para diseminarlo en el planeta para acabar con la mutación genética que provocó que el trío fuese mejor que la pareja, aunque los resultados de los experimentos no son nada halagüeños. Tienes una jaula con cinco cobayas que están veinticinco horas al día haciendo una orgía múltiple.
...
En el pequeño planeta TuKasa, allí donde el Rey del planeta había  decidido que diecisiete amigos suyos compartieran sus responsabilidades gobernando el cada una de las diecisiete continentes, y les llamó príncipes. Estos diecisiete príncipes quisieron que veinte amigos de cada uno de ellos les ayudaran con las obligaciones que tenía encomendadas,  y les llamó consejeros. Pero cada uno de estos consejeros necesitó que cuarenta amigos suyos hicieran de asesores. Y así continuó una jerarquía de subasesores, directores, subdirectores, delegados, encargados, capataces, etc.
Pero todos estos necesitaban que alguien consiguiera producir comida para todos. El problema era que en el planeta sólo quedaron veinte habitantes para producir alimentos para todos los demás de un total de cinco mil. Aunque las tierras eran fértiles y agradecidas, y producían todo lo necesario. Fueron estos veinte los únicos que tenían los conocimientos para producir el sustento de todos. Intentaron que algunos de los encargados, o de los subdelegados, o de los subcapataces aprendieran a producir alimentos y compartieran entre todos la carga de producir lo necesario para los habitantes del planeta. Pero se negaron argumentando que su labor de dirección y supervisión era mucho más importante.
Todo esto ha degenerado en un problema bastante complicado para el planeta, ya que los veinte productores han decidido emigrar a otro planeta, donde no se les explote.
En el planeta siguieron viviendo solo los dirigentes, comprando alimentos fuera con las reservas monetarias que tenían. Pero ahora están negociando con el sistema bancario interestelar para un crédito a fin de seguir recibiendo sustento. La única garantía que han podido poner ha sido el planeta, incluidos los habitantes del mismo. Por lo que tarde o temprano el sistema bancario interestelar reclamará la ejecución de la garantía y los habitantes del planeta pasaran a ser esclavos dependientes de la banca.
No es el primer caso ni será el último, pero sí que es el que está ocurriendo ahora mismo.
...


domingo, 29 de julio de 2012

Cuando la abuela murió

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Cuando la abuela murió by Fernando Santana de la Oliva is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported License.


     Mucha gente conoce la historia del jardinero de Persia que le dijo aterrorizado a su príncipe “He visto a la muerte en el mercado y me ha hecho un gesto de amenaza. Esta noche desearía estar en Damasco.” El generoso príncipe le cedió su caballo para que huyera. Después se fue al mercado. Allí encontró a la muerte y le recriminó “¿Por qué has hecho un gesto de amenaza a mi jardinero?”, y la muerte le contestó “No era un gesto de amenaza, sino de sorpresa por verlo aquí, ya que tengo esta noche una cita con él, allá en Damasco”.
     Los griegos, en su mitología, hablaban de las tres Moiras: Cloto, la hilandera, que hilaba la hebra de la vida; Láquesis, la que echa a suertes, medía el hilo de la vida de cada uno, y Átropos, la que con sus tijeras cortaba el hilo. Esta última era la muerte.
     Un dicho antiguo dice que la muerte está tan segura de ganarnos la batalla que da toda la vida de ventaja.
     Esta historia habla de una muerte. La de Mariana, y de la rebeldía de su nieta María con lo ocurrido.
     Mariana vivía desde el fallecimiento de su esposo, cinco años antes, con su hija, su yerno y su nieta María. Aunque Mariana no estaba muy convencida de querer residir en la misma casa que su hija porque pensaba que sería una carga para ella Que aún ella se podía valer por sí misma y no necesitaba la ayuda de nadie. Pero la decisión ya estaba tomada cuando murió su marido. Su hija no iba a dejar que viviera sola y consiguió convencerla de que se fuese a vivir con ellos. Desde entonces nieta y abuela habían estado muy unidas. Esto facilitó mucho la integración de Mariana en la casa.
     Después de clase, María siempre iba a recoger a la abuela al centro de mayores. Era el sitio donde Mariana solía pasar las mañanas. Ese lugar donde estaban los viejos y las viejas contando sus batallas, sus aventuras y sus ligues, tal y como Mariana comentaba muchas veces a su nieta. Aquel era un sitio donde una novedad era el cambio de peinado de alguna cuidadora, o el estado del tiempo, o lo guapo que se estaba poniendo algún nieto, o el fallecimiento de alguien. Siempre planeaba la sombra de la muerte en el centro de mayores.
     María tenía catorce años, era una buena moza, como le decían los viejos del centro de mayores. Esos a los que la abuela mandaba callar.
     Cuando la abuela se sentía con ganas, María y ella, solían volver a casa caminando, o en autobús si llovía o si Mariana no se encontraba bien para caminar. Ese era un momento íntimo que María y Mariana compartían todos los días.
     Ella quería mucho a su abuela, le contaba cada detalle de lo que le había pasado en el instituto, las bromas de sus compañeras, las habladurías sobre noviazgos, si le gustaba algún chico... Era su confidente y le daba muchos consejos, pero desde el punto de vista de una anciana que no entendía cuando le hablaban del Facebuc, el Interné o el guasa.
     Mariana tenía sus recuerdos. Toda una vida en la que había adquirida sabiduría. Ese conocimiento que tiene el diablo por viejo, más que por diablo. Contándole cosas que recordaba, ayudaba a su nieta a “sobrevivir” en la jungla de hormonas por la que pasaba una adolescente.
     El día que ocurrió la desgracia María estaba viendo la televisión con su abuela. Estaban las dos concentradas en el aparato de televisión. María escuchó que su abuela le decía algo, aunque no la entendió y le contestó sin apartar la mirada de la pantalla.
     -Vale abuela, ahora te pongo la novela.
     Unos minutos después, María se percató de que su abuela no hacía ningún ruido, no escuchaba esa respiración forzada que tenía normalmente, ni sus típicos ronquidos de la hora de la siesta. Dirigió la mirada a su abuela. Tenía abiertos los ojos pero no miraba. Tampoco respiraba. No se movía. Algo en su interior le decía que su abuela ya no estaba allí.
     Se levantó, se acercó a ella y se quedó delante, mirándola. Escrutando en el fondo de sus ojos.
     - ¡María! ¿Ha empezado la novela?- preguntaba su madre desde la cocina.
     Pero María seguía mirando sin pestañear a su abuela.
     -¡María!¿No me oyes?- insistía su madre.- ¿No escuchas cuando te llamo?- preguntaba mientras caminaba desde la cocina al salón.- ¡Oye! ¿Qué es lo que pasa?- Entró y vio como estaba su madre.
     - ¿Mamá? María, ¿qué le pasa a la abuela?, ¡María!- Empujó a su hija y agarró por los hombros a su madre, la sacudió mientras le gritaba.-¡Mamá!¡Mamá! ¿Qué te pasa?¡Contesta!.- El nerviosismo le estaba atacando por momentos. María se había apartado y se refugió en un rincón del salón. Acurrucada pero sin dejar de mirar esos ojos sin vida. Ahora estaba asustaba.
     -¡María! Llama a emergencias. Que venga una ambulancia.- Le ordenó su madre, pero María no escuchaba. Su madre dejó a la abuela y llamó ella misma.

     Más tarde, un médico certificó la muerte de la abuela. Un infarto fulminante. No se podía haber hecho nada. Aunque Mariana tenía sus achaques, el doctor del centro de salud siempre le decía a su hija que su madre iba a durar mucho tiempo.
     Un psicólogo habló con la madre para calmarla. Después intentó hablar con María, pero todo lo que probó fue inútil. María seguía mirando a su abuela, incluso cuando se la llevaron continuaba mirando al sillón donde había fallecido Mariana. La mente de María estaba en algún otro sitio. No reaccionaba a lo que le decían. Parecía que estuviera en otro mundo lejos de allí.
     Aquel día no habló con nadie. Ni siquiera comió nada. Se fue a su cuarto porque no tenía ganas de ver a nadie, ni de escuchar a nadie, ni siquiera deseaba conectarse a internet para ver el facebook o el twitter, como hacía todas las noches antes de acostarse. Hasta apagó el móvil. Se tumbó en la cama, pero no se durmió. Seguía viendo esos ojos. Esos ojos que miraban mucho más allá que cualquier cosa de este mundo. Que miraban la muerte, pero que no tenían ni sombra de miedo, sino de lucidez. Como si supiera que es lo que estaba pasando exactamente.
     Al final, el cansancio del día le venció. Se durmió y soñó.
     Se encontraba en una habitación verde que tenía una luz que no se veía de donde procedía. Había dos figuras difuminadas, una junto a la otra. La primera la sentía amistosa, pero la otra le provocaba una total desconfianza.
     -Hola cariño- le dijo la figura amigable
     -¿Abuela?- preguntó María.
     - Sí, mi niña, soy yo.
     - ¿Quien está contigo?
     - Es una vieja amiga mía.
     - No me fío de ella, abuela.
     - Pues es la única amiga que siempre ha estado conmigo. Hasta el final. Sé que siempre he podido confiar en ella.
     - Sigo sin fiarme de ella.- le advertía María sin dejar de vigilar a la otra figura.
     - Ya tendrás tiempo de conocerla.- le tranquilizó su abuela.
     Empezaba a aclarase las imágenes pero de la otra figura sólo veía una gran capa negra, no conseguía identificar quién o qué era pero sabía que la conocía. Dejó de mira a la figura negra y encaró a su abuela
     - ¿Por qué te has ido, abuela? ¿Por qué me has dejado sola?.- le recriminó.
     - Porque ya me tenía que ir. No podía estar siempre aquí...
     - Yo no quería que te fueras.
     - Lo sé, mi querida niñita. Lo sé, pero debes confiar, confiar en ti, en ella.- dijo refiriéndose a su acompañante.- Ella también te acompañará siempre.
     -¡No quiero que ella me acompaña!- le gritó María a su abuela enfadada.- ¡Te quiero a ti.!
     - Te estás portando mal, tienes que intentar comprender que esto es así.
     - ¡No quiero comprender nada!
     Y se despertó gritando. Su madre llegó corriendo desde su cuarto y encontró a su hija llorando. La abrazó y la acunó diciéndole al oído:
     - Ya está. Ya pasó. Tranquila
     María se durmió en los brazos de su madre. Ésta la soltó y la arropó dejando que descansara, pero esta vez no soñó.
     El siguiente día, en el velatorio, pasó muy despacio. Los familiares y amigos fueron goteando por la sala para transmitir el pésame, o alguna que otra palabra de apoyo o de ánimo. Llegaron los dos únicos primos que quedaban vivos de la abuela. Uno en silla de ruedas, y otro apoyado en un bastón. Los tíos de María, que también eran hijos de Mariana, estuvieron todo el día por allí. También aparecieron los primos de María, los compañeros de trabajo de Papá y de Mamá, los vecinos...
     También apareció una señora mayor que no conocía nadie, ni tampoco era de las que veía en el centro de mayores cuando recogía a su abuela, pero que solamente habló con María.
     - Tu abuela te quería mucho.- le hablaba sentada junto a María en un sofá en el velatorio, aunque María no quería escuchar a nadie.- Decía que eras el gran hilo que había crecido de ella. - María no contestaba, miraba al vacío mientras la desconocida seguía hablando.- Tu abuela me conocía, yo le tenía mucho aprecio, y también la quería. Solía comentar que tenía una gran amiga que nunca le fallaba ni nunca le fallaría.- Hizo una pausa y le dijo.- Sé que lamentas mucho que se haya ido. Pero es parte de la vida. - Y le dio un beso en la mejilla.
     La desconocida se levantó y se fue. María seguía ensimismada hasta que su mente asumió la conversación de la desconocida. Se levantó y salió a buscar a esa mujer. Quería que le explicara quien era esa amiga, que sabía de ella. Pero no la encontró. Era como si la tierra se la hubiera tragado.
     Al final del día María estaba muy cansada de recibir abrazos, de escuchar consuelos y de hacer todas esas cosas que nunca se desean hacer, sobretodo porque son consecuencia de la muerte de un ser querido.
     Ese día cenó un poco porque su padre le había insistido mucho aunque no tenía nada de apetito. Se hubiera medido en la boca un filete, que fue lo que comió, una sopa o un plato de arena de la playa. Sólo quería que pasara el tiempo.
     Una vez terminado la cena se retiró a su cuarto. Continuaba con la mirada un poco perdida. Su madre no le perdía de vista porque estaba muy preocupada por la actitud de su hija. Nada más acostarse María se durmió, y soñó.
     Volvía a ver dos figuras, pero esta vez más nítidas. Una era su abuela, y la otra era alta, con una gran capa negra y con una guadaña en sus manos. Esta vez sí la identificó: era la muerte, La muerte acompañaba a su abuela.
     - ¡Abuela!- le temblaba la voz- ¡Es, es la muerte!
     - Sí querida.
     - Pero, pero...- balbuceó asustada.
     - Sí, y siempre ha sido mi amiga, una buena y fiel compañera.- la muerte giró su cabeza a la abuela y asintió.
     - ¿Cómo puede ser tu amiga la muerte?
     - Porque siempre está conmigo. Desde que nací hasta el final. No me ha abandonado. Siempre he sabido que estaba ahí. Eso ha hecho que tuviera una buena vida. Además, ella solamente corta el final del hilo de mi vida. Recuerdas lo que te contaba sobre la vida.
     María comenzó a recordar las cosas que le contaba su abuela. Cuando le decía que la vida de cada uno de nosotros era un hilo de un gran telar. Que los hilos de la vida se entrelazaban con los hilos del amor, esos que formábamos nosotros con los demás. Decía que las relaciones entre los seres creaban hilos que les daban mayor fortaleza a la tela. Había hilos malos, que no conseguían agarrarse, porque les faltaba amor. Pero otros conseguían agarrarse a todos los hilos que tenían cerca. Que siempre que nos veníamos abajo, alguien tiraba de un hilo y nos rescataba. También recordaba María que decía que cuando un hilo se cortaba, aparecía otro nuevo que hacía que la tela continuara.
     - La muerte es parte de la vida. Debes de confiar en ella, en que ella estará al final contigo.
     - Pero no puedo comprenderte abuela. Si ella es el final, como puedo confiar en ella.
     - Inténtalo, verás como al final lo comprendes. Sin la muerte, no hay vida.- decía mientras se iba alejando acompañada de la muerte.
     - ¡Abuela!¡No te vayas!
     - Adiós, mi querida niñita, te quiero mucho.- decía mientras su imagen se iba difuminando.
     Y María se despertó. Se despertó y lloró. Se desahogó llorando porque supo de verdad que su abuela se había ido. No lloraba por su abuela, sino por ella misma. Ahora ya no volvería a verla más. No volvería a hablar con ella. Ya no la consolaría más cuando tuviera problemas en el instituto. Ni siquiera cuando se peleara con algún chico o con alguna amiga. Ahora ya no la tenía con ella. Ahora empezaba a echarla de menos.

     El día del entierro fue más tranquilo. Se dejó llevar de casa al tanatorio donde un sacerdote dio un responso por el alma de su abuela. María no tenía claro si su abuela creía en esas cosas, pero
tampoco le iba a hacer daño algo así.
     Durante la oración miró hacia atrás desde la primera fila, y vio a muchísima gente que no conocía. Además de las personas que habían estado el día anterior, había muchas otras que no reconocía. Incluso creyó ver a la desconocida que había estado hablando con ella en el velatorio. “¿Tanta gente conocía a mi abuela?” Se preguntó, “bueno, también están los amigos de la familia, y algunos del centro de mayores, pero ... Aquí hay muchos más.”. Le sorprendía que tanta gente viniera a presentar sus respetos por última vez a su abuela.

     Ya en el cementerio no había tanta gente pululando. Solamente los más cercanos, sus padres y sus tíos, los hijos de la abuela.
     El entierro fue rápido. Una ceremonia que los trabajadores del cementerio repetían una y otra vez. Abrían el nicho donde iba a ser depositado el ataúd. Empujaron al fondo del nicho los restos que quedaban del marido de Mariana, que allí estaban, y metieron el ataúd en el hueco. Después lo cerraron con cemento.
     Sus padres se demoraron un rato haciendo las gestiones que quedaban pendientes antes de salir del camposanto.

     Cuando llegó a casa, se encerró en su cuarto. Su madre estaba desesperada. Ya no sabía que hacer con la niña. A ella también le dolía mucho haber perdido a su madre, pero era adulta y comprendía que tarde o temprano iba a ocurrir. Su padre intentaba tranquilizarla diciéndole “Dale tiempo. Ha de acostumbrarse a estas cosas.”.

     Por la tarde llegaron los primos de Australia. No había podido llegar antes porque la conexión de vuelos no se los había permitido, es más tuvieron que pasar un día entero en Sudáfrica hasta poder llegar a Madrid, y desde allí hasta la casa en tren. Venían de paso a estar un mes en la ciudad, pero lo primero era ver a la familia.
     Los primos de Australia traían consigo a un bebé de cinco meses, al que el viaje le había cansado mucho. Lo acostaron en el cuarto de la abuela. Cuando María salió de su cuarto a ver que era lo que pasaba, pasó por el cuarto de la abuela. “Acaban de enterrarla y ya están usando el cuarto” pensó enfadada María. Abrió la puerta y vio al crío durmiendo plácidamente en la cama. Se detuvo al ver a la criatura.
     Se acercó con curiosidad, ya se le había pasado el enfado. El bebé se despertó lentamente, sin hacer ruido. Abrió los ojos y miró a María. Ésta le devolvía la mirada. Miraba a través de esos ojos enormes que tiene los niños a esa edad, mirándolo todo con ojos que miran por primera vez. Se hubiera llevado mucho tiempo embelesada de no ser porque el crío soltó una risa escandalosa. Esa risa que se contagia, esa risa inocente que no es burla ni chanza, sino pura alegría. Esa risa hizo sentir a María en comunión con el bebé, que los dos formaban parte de algo más grande.
     Entonces comprendió el mensaje de su abuela. Todos somos hilos, hilos entrelazados en un gran lienzo que se extiende por el tiempo y por el espacio. Los hilos empiezan al nacer y terminan al morir, pero de nosotros surgen hilos que nos unen a los demás. Nosotros creamos y tenemos que hacerlos fuertes y duraderos. Por eso había tanta gente que conocía a la abuela, mejor dicho, que quería a la abuela. Ella había tejido durante su vida muchos hilos, había trenzado muchas hebras en el gran lienzo que es la vida. Comprendió también que la amiga de la abuela no era sólo la muerte. Que además de la cortadora de hilos, también era hilandera, que también ayudaba a crear hilos. Que era la vida misma, y todo lo que hay alrededor de ella.
     María empezó a llorar, a llorar porque no había tenido tiempo de conocerla más. Pero también porque ahora entendía la revelación que trataba su abuela de transmitirle.
     El crío dejó de reír, miró a María abriendo mucho los ojos y levantó su mano señalándole las
lágrimas.
     - No es nada. No es nada.- le decía al bebé amarrándole la mano con mucho cuidado. Su madre, que había escuchado la risa, había estado mirando lo que pasaba desde la puerta de la habitación, y también había empezado a llorar, pero de alegría al escuchar otra vez a su hija hablar. Su hija empezaba a tener contacto con el mundo de nuevo. Se acercó y la abrazó. María le devolvió el abrazo si soltar la manita del bebé.

FIN

Fernando Santana de la Oliva

julio de 2012

lunes, 23 de julio de 2012

El reverso del Universo (Capítulo 9)

(Dedicado a Douglas Adams)
Información recibida hoy a las 23:25
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Se han interrumpido las hostilidades en la guerra del planeta Xarax.
El motivo fundamental de la interrupción de las hostilidades ha sido la falta dinero y la necesidad de vacaciones de los guerreros. Así que se continuará dentro de un mes.
Estas acciones bélicas tienen su origen en la coalición de sistemas estafados por burbujas.
El proceso de estafa es el siguiente:
Con una gran campaña de publicidad, a través de televisión, radio, internet, etc. introducían en los habitantes del planeta a esclavizar la necesidad de entrar en la llamada "Unión de sistemas del cuadrante Xp6", ya que tendrían un mercado abierto y no restringido por la leyes interespaciales. Tendrían acceso a créditos baratos y podrían financiar todo lo que desearían. Importando los productos fácilmente, y con baratos canales de exportación. 
Poco a poco desde el planeta Xarax iba interviniendo más y más, con ayuda de los gobernantes del planeta,  en la economía del planeta a esclavizar. Las deudas del planeta hacían que facilitase la "Unión de sistemas del cuadrante Xp6" todo el control de su economía. Pero la Unión estaba totalmente controlada por un círculo de influencia procedente del planeta Xarax. 
Los puestos de poder del planeta a esclavizar se dirigían desde Xarax y fueron cambiando todo hasta que legalmente, los habitantes se convirtieron en esclavos. 
La Unión de sistemas del cuadrante Xp6 exportaba mano de obra barata fuera y conseguía grandes beneficios por el control que ejercía de los planetas. Además alentaban a los gobernantes a que crearan subdivisiones de poder para colocar a su familiares. Estas subdivisiones creaban más subdivisiones para ir colocando en pequeños puestos a familiares de familiares. Así llegó ha existir en un barrio un consejo de gobierno de una comunidad de vecinos que cobraba de la administración del planeta.
La casta gobernante del planeta esclavizado se fue sintendo Nobleza. Así, distinguiendose de los demás les resultaba más fácil despreciar a los otros habitantes del planeta y ayudar a esclavizarlos.

El origen del conflito se remonta al momento en que los habitantes de los planetas esclavizados es unieron. Pidieron ayuda al exterior de la "Unión de sistemas del cuadrante Xp6". Consiguieron financiación y ejércitos mercenarios que han estado luchando contra el planeta Xarax hasta ahora.
El motivo del cese de las hostilidades ha sido el fin de la financiación. Los sistemas del exterior al cuadrante Xp6 han llegado a un acuerdo con los gobernantes del planeta Xarax y han decidido que, la única manera de recuperar su inversión en esta guerra es explotando todos ellos, incluido el planeta Xarax,  a los esclavos del sistema.
Ahora mismo los ejércitos están de vacaciones. Dentro de un mes van a ayudar a la "Unión de sistemas del cuadrante Xp6" a dominar totalmente a los planetas rebeldes.
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Se ha conseguido aislar el gen contertulio.

Se ha establecido que este gen produce al individuo que lo posee que, cuando tiene un bolígrafo en sus manos, desee exponer su opinión sobre el tema que se esté tratando aunque realmente no le interese a nadie.
El siguiente paso de la investigación es conseguir anular el gen. Las televisiones de todos los planetas tienen grandes esperanzas en esta investigación, ya que no saben como acatar la expansión que existe en las programaciones de los contertulios. 
El método de inoculación que tienen pensado será regalar bolígrafos que transfieran la vacuna. 
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domingo, 17 de junio de 2012

El Reverso del Universo (Capítulo 8)

(dedicado a Douglas Adams)
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La revolución de los Bankianos* ha cogido fuera de juego a todos los responsables financieros universales (y de parte del extranjero). Después de amenazar con el suicidio planetario, osease, un chantaje emocional, han solicitado una recapitalización financiera, más una inversión económica destinada a crear una refinanciación del tejido bursátil.
El universo financiero** está estudiando la propuesta inyectando capital (y provincia) en el soporte extraíble, es decir en el USB (Unidad Sindical Bancaria).
La ONG Fiveteen Em*** ha solicitado un préstamo a la Organización Bancaria Universal para poner una querella instando a que se aclaren las responsabilidades manifiestamente manifiestas que produjeron la devaluación paulatina de la demanda monetaria dentro del potencial económico referido a la gestión personal del planeta.****
El presidente de la Organización Bancaria Universal, Maese Flüss ha declarado: "El asunto se va a aclarar, pero hoy no..... Mañana"
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* Habitantes del planeta BAKI@. Dedicado a movimientos de masas (masas financieras). Es un planeta en el que se fundieron otros planetoides, pero que algunos resultaron ser agujeros negros.
** Universo paralelo cuyas coordenadas se miden en $, €, £ y ¥ (tiene cuatro dimensiones).
***15 - M. Los 15 Magníficos
**** Hemos contratado a un traductor económico para que nos aclare que carajo significa todo lo anterior.
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martes, 5 de junio de 2012

La Península se queda aislada

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Creado a partir de la obra en sebenilk.blogspot.com.
  
   Según el diccionario, una isla es una porción de tierra rodeada de agua por todas partes. Una de las islas del archipiélago de las Islas Canarias es la Isla de Gran Canaria, que es donde se desarrolla esta historia. 

          I


    El día primero del mes, el centro comercial estaba lleno de personas que hacían la compra grande, ahora que tenían dinero fresco.
    El carro de la compra que llevaban doña María del Pino y su marido, don Sebastián, estaba repleto. Después de recorrer todo el hipermercado ya tenían todo lo que habían venido a buscar. La compra del mes superaba los trescientos euros con creces. Empezaron a descargar el carro en la cinta de la caja. El teléfono móvil de doña María del Pino empezó a sonar:
    - La nena. A ver qué le pasa.- comentaba mientras se acercaba el aparato a la oreja.- Dime, dime. No te oigo bien.... ¿Qué te pasa?... ¿Qué?... Repítelo... ¿Qué?..- se apartó el teléfono.
    - ¿Qué le pasa a la nena, niña?- preguntó don Sebastián a su esposa colocando el pan de molde en la cinta.
    - No lo sé, niño. No se escuchaba bien, dice que le había pasado algo.- dijo doña María del Pino preocupada.
    - Llámala. A ver qué le pasa y así no te preocupas.- le aconsejó su marido
    Doña María del Pino buscó el número y llamó.
    - No suena. No da línea.
    Colgó y lo intentó otra vez.
    - Nada.
    - A ver.- dijo Don Sebastián cogiéndole el móvil.- Se ha perdido la cobertura.- Bueno. No te preocupes mucho, que ya estamos terminando y nos vamos a casa.
    Pero la preocupación seguía alojada en la cara de la esposa.
    La pareja que estaba esperando detrás con su propio carro no paraban de discutir. Él, Adelfo, era argentino y se había instalado hacía años en Gran Canaria después de su mala fortuna en Buenos Aires. Acá había conocido a su pareja, Lourdes, que profesora de un colegio cercano pero que tenía una obsesión con su cuerpo.
    - No, vos no querés estar tan flaca. Yo no quiero. Tenéis que pensarlo. Todo eso que llevas es muy caro...- le decía criticando los productos dietéticos que había cogido Lourdes.
     -Yo sé muy bien lo que necesito. No necesito un policía de mi compra.....- Y seguían discutiendo
    Don Sebastián y Doña María del Pino terminaron de vaciar el carro y la cajera pasó todos los productos por el lector.
     -Trescientos cincuenta y dos euros con cuarenta y tres céntimos.- anunció mecánicamente la cajera.
     -Un momento, por favor.- contestó don Sebastián mientras sacaba su cartera. - Tenga mi tarjeta.- le dijo entregando su tarjeta de débito.
    La cajera pasó la tarjeta por el datáfono y el aparato le respondió que había problemas con la misma.
    - Me sale denegada.- dijo la cajera devolviendo la tarjeta a su dueño con cara de aburrimiento.
     -¡¿Cómo?!, si he cobrado esta mañana.- contestó don Sebastián alterado.
     -Dale la otra tarjeta, niño, la de crédito. Que seguro que con esa no hay problema.
     -Es que no quiero tocar mucho esta tarjeta. Ya sabes que después nos cobran intereses - decía mientras la sacaba de la cartera y se la entregaba a la cajera.
     -También me sale denegada.- le contestó la cajera después de pasarla para cobrar.
     -Pues eso sí que no puede ser. Eso tiene que ser del aparato.
     -Voy a probar otra vez.- contestó la cajera.
    La otra pareja, que habían dejado de discutir, estaban pendientes de lo que pasaba con las tarjetas.
     -Nada, que sigue dando denegada. Voy a consultar con mi supervisora.- dijo cogiendo el teléfono que tenía junto a la caja.
     -Eso es el corralito otra vez.- anunció el argentino.- ya ha llegado aquí. Ya te lo decía yo. Que no podemos fiarnos tampoco de los bancos.- le decía a su pareja.
     -No diga eso, señor.- contesto Don Sebastián.- que sólo será un problema del aparato.
     -Niño. No consigo hablar con la niña.- le dijo doña María del Pino a su marido con el móvil en la oreja.
    - Seguro que ya han puesto el corralito otra vez. Tanto dinero que falta. En las noticias todos los días comentan algún agujero nuevo en un banco. Seguro que es eso.- decía el argentino claramente alterado.
    La cajera empezaba a notar nerviosismo por lo que estaba pasando. Tenía una cuenta sin cobrar de más de trescientos euros, tres personas en la caja alteradas y el teléfono no funcionaba. Vio a la supervisora y le hizo señales con las manos. Ésta se acercó a la caja.
     -¿Cuál es el problema?
     -No lee las tarjetas del caballero.
     -Ya. hay un problema con las líneas de teléfono. No podemos contactar con el exterior y no puede hacer la transferencia.- entonces se dirigió a los clientes que estaban allí.- Lo siento mucho caballeros, pero ahora tenemos un problema que nuestros técnicos están solucionando. Dentro de unos momentos podremos hacer uso de las tarjetas. Si fueran tan amables de esperar. Gracias.
    La supervisora se acercó a otra caja que tenía el mismo problema.
    - Lo que está pasando...- seguía diciendo Adelfo.- … es que los bancos no sueltan el dinero. Voy a llamar a mi hermano para que se prepare, que estamos otra vez igual.
    Sacó su teléfono móvil, o celular, y dijo:
    - Che, estoy sin cobertura.
    - Yo también.- le contestó doña María del Pino.
    - Y yo.- dijo Lourdes.
    El centro comercial donde estaba el hipermercado también se había quedado sin cobertura de la red de móviles, además de los problemas de la red telefónica. Las personas comprobaban sus teléfonos. No funcionaban.
    - Manolito. Prueba con lo de los mensajitos esos que usas con tus amigos.- decía un padre a su hijo.
     -No funciona Papá. No tiene red. No conecta.
    Los encargados de las tiendas del centro comercial no sabían qué hacer. Nadie podía pagar, excepto los que lo hacían en efectivo. El responsable de ese día del hipermercado veía como los clientes dejaban sus compras en las cajas y se iban enojados. Algunos pidieron el libro de reclamaciones, aunque se calmaron cuando les explicaron que no podían hacer nada en ese momento.
    “Esto es un desastre” pensaba el responsable del hipermercado, intentando llamar a la central para que le ayudase o le diera alguna idea de que hacer. Tampoco conseguía contactar con la empresa telefónica que le suministraba el servicio.
     -Tranquilizad a los clientes.- ordenaba a los supervisores. Pero era algo muy complicado. Las cajeras sólo estaban atendiendo a los que traían efectivo. Los demás salían indignados.




II


    Lorena llegaba tarde a trabajar. Circulaba por la autopista en dirección a la capital a más velocidad de lo que permitían las señales de tráfico. Con la mano izquierda sujetaba el volante, y con la derecha tecleaba mensajes en el teléfono móvil. Tenía uno de estos aparatos de última generación que permitían usar navegar por internet, de localizador de posición (GPS), era un ordenador en miniatura que hasta le permitía hacer llamadas por teléfono.
    Estaba más pendiente del teléfono que de la carretera. Había mandado mensajes avisando a su empresa de la tardanza de su llegada. El coche que tenía delante frenó. Ella lo vio a tiempo y también frenó, pero en el frenazo el móvil se le escapó de las manos.
    -¡Mierda!- se quejó. Estaba nerviosa porque llevaba varios días llegando tarde y su jefe le había llamado la atención. Tenía que pagar la hipoteca y no quería perder el trabajo. Estiró el brazo sin perder de vista la carretera para coger el móvil, pero se había metido debajo del asiento del copiloto. Desaceleró el vehículo un poco y se arriesgó a dejar de mirar un momento y así poder coger el teléfono. Lo cogió y al incorporarse su vehículo se había salido del carril y se había metido en un carril de incorporación a la carretera. No pudo evitar embestir al vehículo que estaba ahí. Le hundió con el morro de su vehículo la puerta del conductor y lanzó el coche al quitamiedos.
    Tres vehículos que estaban circulando se pararon al ver lo que ocurría a auxiliar. En uno de ellos estaba José Luis, guardia civil originario de Huesca pero que había pedido destino en Gran Canaria.
    José Luis se puso el chaleco reflectante y salió del coche. Comenzó a dirigir el tráfico. Lo primero que debía hacer era proteger y el primer problema venía de los demás vehículos que estaban circulando. Intentó usar su móvil para avisar e emergencias, pero no funcionaba la red.
    Naira, enfermera del Hospital Insular de Las Palmas de Gran Canaria, paró su coche detrás del Guardia Civil. Se puso su chaleco reflectante. Se bajó del vehículo y marcó el número de emergencias mientras se dirigía al lugar donde estaban los coches accidentados. No tenía cobertura y el servicio no funcionaba. Sabía que debía avisar antes que empezar a socorrer, así que se lo dijo a José Luis:
    - ¡No puedo llamar al 112!¡inténtelo usted! Voy a ver si hay heridos!
    - ¡Yo tampoco puedo llamar!- contestó el guardia civil mientras Nayra se dirigía a los coches accidentados.
    “No puedo contactar con nadie con el maldito aparato éste. Tenemos que avisar a alguien” pensaba José Luis.
    En el otro vehículo que se paró con ellos conducía Echedey, mecánico de profesión. Se bajo con su chaleco reflectante puesto y se dirigió adonde estaba Naira examinando los accidentados.
    En el coche que se había empotrado en el quitamiedos estaba atrapado el conductor y no se podía mover.
    - ¿Cómo está? - le preguntó a Naira cuando llegó al coche.
    - Creo que ha fallecido, no encuentro señas vitales. No tiene pulso y no respira. Voy a ver el otro coche. Intente llamar a emergencias, necesitamos una ambulancia por lo menos y que vengan los bomberos para poder acceder a este coche.
    Naira fue a examinar el otro vehículo. Echedey fue hacia donde estaba José Luis:
    - ¡Dice que necesitamos una ambulancia y a los bomberos!¡Mi móvil no tiene cobertura!
    - ¡El mío tampoco! - contestó. En ese momento vio a un motorista que se acercaba y le llamó la atención para que se dirigiera hacia donde estaba él.
    - ¡Oiga! ¡Pare!.
    El motorista se paró delante de él. Era Antonio, soldado de aviación que tenía que entrar a trabajar en el turno de noche y se dirigía a su unidad.
    - Veo que usted es militar.- comentó al ver su uniforme.- Soy guardia civil.- dijo enseñando su identificación.- Y necesitamos su colaboración.
    - Tengo en entrar ahora de servicio.
    - Olvídese de eso. Ha habido un accidente y no podemos contactar con los servicios de emergencia. Tiene que haber un problema con la señal. Usted con su moto puede retroceder y acercarse al Hospital para que envíen una ambulancia. Dijo en tono autoritario.
    - ¡También necesitamos a los bomberos! ¡Hay alguien atrapado y no podremos sacarlo del coche! -gritó Echedey.
    - Cuando termine en el hospital, vaya al cuartel de bomberos a avisar. Si ves algún motorista de la guardia civil. Páralo y me lo envías. ¿Lo ha entendido?
    - Sí, pero yo también tengo un móvil.- dijo sacándolo de su bolsillo.- también está sin cobertura. De acuerdo voy al hospital y después a por lo bomberos.
    Echedey volvió con Naira a ver que podían hacer y el motorista salió a toda velocidad a buscar la ambulancia.



III


    En su casa, Casimiro, técnico que llevaba más de cuarenta años trabajando para una empresa de telecomunicaciones, está viendo la televisión. Tenía contratado un servicio de televisión que le llega por cable, suministrado por su empresa. Tenía el día libre y quería ver el partido de fútbol que emitían por el cable esa misma tarde.
    La imagen dejó de verse. Se levantó a comprobar que pasaba y descubrió que el aparato que recibía la señal y la transformaba para verla en la televisión, no estaba funcionando. No recibía señal. Hizo un par de pruebas y continuó el aparato en la misma situación.
    Agarró el auricular del teléfono de su casa y comenzó a marcar el número del servicio técnico. Se paró. No tenía señal. Examinó el cable, por si se había salido algún cable y no encontró ningún defecto.
    Cogió su teléfono móvil e intento llamar a su empresa, que era la que le deba el servicio de telefonía. Pero tampoco tenía cobertura.
    “Me voy a quedar sin ver el partido” pensó. Pulsó un botón en el mando a distancia de la televisión para poder acceder a los servicios de TDT. Estos funcionaban bien. “Me acercaré a ver que tal le va a Francisco en su servicio de guardia y le echo una mano, con un poco de suerte estaré de vuelta para ver el partido o si no, lo veo con él en la oficina”. Agarró su chaqueta y fue a coger su moto para acercarse a la oficina.




IV


    Detrás de don Sebastián y de doña María del Pino se estaba formando una cola de carros para pasar por la caja.
     -¡Papá! Deja todo eso ahí y vámonos a casa, que no sé qué le pasa a la niña.- dijo Doña María del Pino a su marido.
    - Pero.. Bueno. Lo siento señorita, pero tenemos que irnos y no podemos esperar.
    Dejaron la compra y el carro en la caja del hipermercado y se dirigieron al parking a recoger su coche.
- ¡Date prisa, niño!- le apremiaba la esposa.
    Una vez en el coche cuando llegó a la salida del centro comercial se estaba formando un atasco. Los claxon empezaron a sonar. El caos aumentó.
     -¿Pero qué pasa ahí?- preguntaba doña María del Pino a su marido con el teléfono en la mano. Estaban los dos en el coche totalmente parados en el atasco. Don Sebastián se bajó del coche. Caminó un poco oteando a ver si conseguía ver qué pasaba. Cuando volvió le dijo a su esposa:
    - Parece que hay un accidente en la autopista.- hizo una pausa. Tragó saliva ya que lo que iba a contarle a su esposa no le iba a gustar.- El atasco llega hasta aquí. Pero no he visto ambulancias ni a la guardia civil. Están todos los coches parados. Vamos a tener que esperar un buen rato.
    La angustia subía por momentos en la cara de María del Pino. Los temores creían en su mente. Necesitaba escuchar la voz de su niña para tranquilizarse.




V


    En la ciudad tampoco funcionaban las líneas de teléfono. Las torres de repetición de señales para los móviles habían dejado de funcionar en la isla. Todas las conexiones que dependían de los servicios telefónicos no funcionaban. No llegaba ningún aviso a los servicios de emergencia, ni a los bomberos, ni al 112.. no sabían nada de lo que pasaba. Las cámaras de vigilancia de la cuidad que estaban conectadas a la comisaría, funcionaban con el sistema telefónico y había dejado de transmitir.
    El caos estaba creciendo. El responsable de seguridad ciudadana, que estaba en su despacho no se había enterado de nada hasta que llegó el jefe de protección civil de la cuidad a informarle.
    - ¡Señor, tenemos una emergencia! Todas las conexiones telefónica no funcionan. Los servicios de internet, los móviles, los teléfonos, las cámaras web...
    - Pero, ¿qué ha pasado?.- preguntó sorprendido.
   - Lo estamos investigando. Mientras he alertado a todo el personal de protección civil para que, a través de su emisora de radio se coordine con la policía local, la policía nacional, bomberos, la guardia civil de la ciudad, el 112...
    - ¿Se ha avisado al comisario jefe y al jefe de la guardia civil?
    - Aún no. Estamos en ello.
    - ¿Habrá problemas en el puerto? ¿o en el aeropuerto?
    - No creo. Ellos trabajan con frecuencias de radio, no con telefonía.
    - Tendríamos que avisar para … ¿El problema es aquí en la ciudad solamente o es mayor?
    - Aún no lo sabemos. Estamos buscando a todo el personal de protección civil casa por casa. Se ha ido a alertar a todos los voluntarios, pero tienen que ir a buscarlos a sus hogares. Vamos a necesitar toda su ayuda.
    - ¿Tan grave puede ser el problema?
    - Sí, sobre todo en el ámbito de los servicios sanitarios y sobre todo de los bomberos. La gente no puede avisarnos si hay una emergencia, un accidente, un incendio o algo similar. Si necesitan una ambulancia o a la policía o a los bomberos. Queremos tener patrullas de voluntarios para avisar con la radio al servicio de emergencia.
    - Correcto. Pero..un momento, ¿no hay una asociación de radio aficionados aquí en Gran Canaria? Hay que ponerse en contacto con ellos. Nos pueden informar de la situación desde dónde estén. Tenemos que comprobar hasta dónde llega el problema. Y hay que ponerse en contacto con las compañías telefónicas para ver que están haciendo….
    El responsable de seguridad ciudadana y el jefe de protección civil continuaron encontrando ideas para amortiguar el problema, mientras se dirigían a la sede de emergencias de la capital de la isla.
   

VI


    Casimiro encontró a Francisco agobiado en la oficina. Francisco había empezado a trabajar en la compañía hacía cinco años. Ingeniero de telecomunicaciones, aún no había conseguido un puesto mejor.
    - Hola Francisco, ¿Qué está ocurriendo?
    - Casimiro. Gracias a Dios que estás aquí. No sé que le ha pasado al sistema. No funciona nada. No sé qué hacer. Además no puedo avisar a nadie. Parece que se han desconectado todas las torres a la vez. Como si hubiera un virus o algo así.
    - De acuerdo. ¿Qué dice el protocolo de actuación?
    - El protocolo no dice nada de algo múltiple como esto. No sé por dónde empezar. Además he comprobado con el otro móvil que tengo, que es de otra compañía y tampoco tiene red.
    - ¿No has podido contactar con la central de Madrid de ninguna manera?
    - No. Todos los sistemas están bloqueados.
    Casimiro echó un vistazo alrededor suya todos los aparatos que estaban allí. Parecía que estuviesen en una fotografía ya que nada cambiaba en las pantallas. Toda esa tecnología estaba bloqueada. - ¿Has usado el teléfono antiguo?
    - ¿Qué teléfono antiguo?
    - El del cable que atraviesa el océano desde Arinaga.
    - No sé que cable me estás hablando. - contestó confundido Francisco.
    - A ver. Antes de que se montara todo este sistema, hubo un pasado en la telefonía...- empezó a explicar mientras buscaba algo en los armarios.- Creo que tenemos por aquí algunos terminales de teléfonos antiguos, dDe los de pulsos. ¿me has dicho que es un virus, no?
    - Sí. Todo parece indicar que ha sido un virus. Ha bloqueado todos los sistemas.
    - Todos no. No se pueden bloquear los sistemas a los que no se puede acceder.
    - Explícate.
    - Verás.- encontró un teléfono antiguo, de los que no tenía números para marcar, de esos que sólo servían para recibir llamadas.- Este servirá.
    Lo conectó a una roseta llena de polvo que estaba en un rincón de la sala. Descolgó el auricular y se lo acercó a la oreja.
    - Aquí hay línea. No se usa desde hace veinte años. - y comenzó a pulsar el botón que corta la línea y con el que se cuelga el auricular. Tap, tap, tap, tap . Pausa. Tap, tap, tap, tap. Pausa. Tap. Pausa. Tap. - La central de Madrid era el cuatro, cuatro uno, uno, ¿no?.- Y esperó que contestaran.
    - ¿Hola? Ah. Oye, soy Casimiro, desde Gran Canaria. ¿Qué? … sí, eso es. No funciona nada. Estoy usando la línea antigua.... vale. Te paso a Francisco que domina mejor esos temas. - apartó la oreja del auricular.- Francisco, ponte y le explicas lo que pasa.
    Después de una larga conversación Francisco le contó a Casimiro lo que había pasado y como lo iban a arreglar. El problema había alcanzado a todas las redes telefónicas y los servicios de internet de la isla, y no se había extendido porque desde Madrid había actuado un programa que cortó todas las comunicaciones. Para arreglarlo iba a conectar un ordenador portátil que tenían allí, que apenas se usaba, para descargar un programa que reiniciaba totalmente el sistema informático y anulaba el efecto del virus, incluso se extendía por la red y con suerte actuaba en las otras compañías.
    - ¿Has hecho esto antes? - preguntó Casimiro.   
    - No, es la primera vez que lo hago en un sistema tan grande. Y no tengo ni idea de cómo va a resultar. Creo que el sistema empezará a funcionar dentro de unas cuatro horas. Tiene que chequear todo.
- De acuerdo.- contestó Casimiro sentándose a esperar.- Cuando empiece a funcionar y tengamos línea, avisa al jefe, a lo mejor hay que chequear torre por torre.



VII


    En el servicio de emergencias coordinaron a todos los radioaficionados de la isla. A través de ellos pudieron dar respuesta a dos incendios que se habían declarado, uno en Arucas y otro en los pinares de Tamadaba. También coordinaron la respuesta de los hospitales y de los centros de salud de la isla. Patrullas de voluntarios de protección civil vigilaban las calles por si se necesitaba avisar a emergencias.
    Pero la ansiedad que se había generado en los usuarios de los servicios telefónicos no se resolvía. A muchos, la preocupación por no tener cobertura hacía que no estuviesen concentrados. Estaban más pendientes del móvil que de lo que tenían entre manos. Acaecieron más de treinta y cinco accidentes de tráfico durante esas horas, solamente en las autovías de la isla. Hasta mucho más tarde no consiguieron información sobre las carreteras secundarias. También los centros de salud estuvieron desbordados por la cantidad de accidentes domésticos. Siempre era el mismo problema, un despiste provocado por la preocupación por no tener cobertura o servicio telefónico. No poder contactar con los seres queridos, la novia o el novio, los hijos, el jefe, los amigos,.... Incluso llegaron denuncia de peleas por el incremento en la agresividad de muchos jóvenes.
   

VIII


    La pareja de motoristas de la guardia civil no tardó en aparecer. Cuando estaban patrullando vieron el atasco en el sentido contrario e investigaron el origen del problema. Uno de ellos se dirigió a José Luis, que seguía dirigiendo el tráfico.
    - Ya continúo yo con el tráfico. Vaya donde mi compañero.
    - Gracias a Dios que habéis llegado.- contestó mientras caminaba hacia el otro motorista.
    José Luis reconoció a su compañero Víctor y le explicó todo lo que ocurría mientras llamaba por la emisora y conseguía contactar con los servicios emergencias.
    - Nos paró un soldado que venía en moto y nos informó del accidente. Hay un problema en toda la isla con la red de teléfonos.- Le informó a José Luis el Guardia Civil de tráfico que había tomado las riendas de la situación.
    La ambulancia y los bomberos no tardaron en llegar y pudieron sacar el cuerpo del conductor. Comprobaron que no podía hacer nada por él.
     Lorena tuvo mucha más suerte, ya que con los cuidados de Nayra pudo sobrevivir hasta que llegó la ambulancia. Se la llevaron rápidamente al hospital.
    Nayra, Echedey, José Luis y los otros conductores que estuvieron ayudando pudieron relajarse cuando vieron que todo ya estaba en manos de los servicios de emergencia.
    - Mira, ya tengo una raya de cobertura.- comentó Nayra.
    - A buenas horas mangas verdes. – respondió José Luis
   

EPÍLOGO


    Mucho más tarde, cuando todo ya funcionaba bien, en un bar de una localidad costera don Sebastián y doña María del Pino estaban acompañados de la nena, que se había cortado con un cuchillo cuando se preparaba la merienda, y ella sola se había puesto una tirita. La televisión del local estaba emitiendo las noticias en ese momento:
    -”Esta tarde, durante diez horas la Isla de Gran Canaria se ha quedado aislada por una gran avería en el sistema telefónico”...
    Pero un lugareño comentó sarcásticamente:
    - Lo que se ha quedado aislado ha sido la península, jajaja.....
    Y después del mal trago, todos los presentes le rieron la gracia.



FIN



Fernando Santana de la Oliva

junio de 2012